lunes, 24 de diciembre de 2007

Paradoja de la utopía factible

Esta es una de mis humildes aportaciones al fanzine. Críticas aceptadas. Consejos agradecidos.

[poema+artículo]

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Nota el manejar de hilos.
Movimientos pendulares de cabeza
avanzando, paso a paso,
sobre humeantes casquillos.
Suena a circo y marionetas.
Mira en tus manos
el chasquido.
Escucha la sangre
del último disparo.
Y cuando empiece la función
reverencia ante el espejo:
el yugo del esclavo libre
esconde el látigo de domador.






Enfermo planeta loco, dibuja el dinero las sonrisas. Mundo. Reflejo de nuestras acciones y necesidades individuales, globo inflado globalmente concebido.
Suena extraño abogar por algo mejor. Tenemos lo que merecemos. Tenemos, al fin y al cabo, lo que queremos; lo que hacemos. Cínico asombro. Nadie nos obliga, salvo nosotros.

¿Dónde se exilió la esperanza? Supongo que nos aplastaron el deseo. Los ecos de impotencia son el peor enemigo de los que suspiran. Resulta que ya no hay nada por lo que luchar. Además, de poco va a servir: siempre deciden los mismos, y obrarán como les venga en gana. Es inútil reflexionar. Salida: no la busques, no la hay.

Utopía es, por definición, un lugar inexistente. Es literalmente un imposible. Luego no hay que esforzarse en perseguir una mentira, esa brillante meta, estafa que sólo fomenta escepticismo y frustración. Debemos olvidar aquella imagen del paraíso perdido que mucho promete y después defrauda, hay que desechar esa idea como si se tratase de una estrella que nunca se podrá alcanzar. Demasiado lejos.


Ciegan los astros, baja la mirada. Delante se perfila el futuro.
El destino de toda sociedad es corregirse a si misma. Aprender de los errores. Darle la vuelta a los fracasos, convertirlos en progreso.
Hagamos factibles esas ideas utópicas, arrancando todo lo que tengan de ideal, disipando el aura que consigue, velo embriagador, que las imaginemos como algo realizable. En definitiva, vayamos a lo práctico; destruyamos lo utópico para lograr alcanzarlo.

Paradójico objetivo, el del horizonte quebrado. Que clamen todos los que no quedan contentos. Que griten los desheredados. Se trata de forjar el camino, destruyendo y construyendo, avanzando. Entender la utopía como motor del cambio. Alargados los brazos hacia el mañana.
Invoquemos a las conciencias despiertas, andemos ese primer paso. Devolvamos, con un nostálgico guiño, el poder a la imaginación. Modifiquemos las reglas del juego. Cortemos los hilos, edificando un mundo nuevo.

Soñemos, pero despiertos.

Y entonces sí, el cambio vendrá del sueño.






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Ahí queda eso. Nos vemos pronto equipo.
Un saludo.

1 comentario:

Heras dijo...

yei yohara, me ha encantado leerlo, me gusta como pasas de la oscuridad, cruda y real al fin y al cabo, a la destruccion-contruccion, la vision creadora..

es uno de esos textos que me dan fuerzas, uno de esos que me gusta leer porque me enfrentan a todos esos obstaculos que todos compartimos, pero sobretodo porque me desgarra por dentro para darme, en ultima instancia, un grito de animo, de esperanza y proyeccion hacia el futuro..

salud