Este articulo fue el primero que escribi hace ya 3 años o 4. Lo escribi para una revista artistica colombiana (ildante) que jamas llego a publicarse.
Como seres altamente sociales, los seres humanos tenemos la irremediable necesidad de que nuestras emociones internas se vean expresadas de alguna forma al exterior. Comunicarnos con los demás, en distintos niveles, es sólo una de las premisas que nos lleva a tales actos. Desahogarnos, mejorar, disfrutar, seducir, aprender, o como viene siendo tristemente común en la actualidad, ganar dinero, son algunos de los motivos que nos han llevado desde hace milenios a emplear nuestro tiempo en explotar nuestro ingenio creador.
Según parece, en estos días el planeta está repleto de artistas. Son incontables las personas que se reconocen como tal. En los países del primer mundo, prácticamente cualquiera puede ponerse a hacer música, a pintar un cuadro o a escribir un poema. Lo cierto es que todas estas personas, indiferentemente del talento que tengan, están desarrollando su capacidad artística.
El arte pasa por ser juzgado, irremediablemente y antes que nada, por el prisma personal, cambiante y subjetivo de cada uno de nosotros. Puesto que somos millones, el abanico de ideas y emociones y las formas de sentir y percibir cada obra es interminable. Así pues, resulta lógico pensar que haya la misma cantidad de concepciones diferentes sobre lo artístico como conciencias habitan en la tierra.
Para mí, la naturaleza es el mayor artista que existe en el mundo. Una puesta de sol o los diferentes registros del océano me resultan obras extraordinarias capaces de hacerme olvidar el tiempo o las desgracias.
Día a día miles de personas se escurren con prisa bajo un cuadro hermoso. Mucha gente no pensara en las nubes como algo artístico mientras unos pocos quedaran boquiabiertos. Cualquier criatura, la nieve, un gesto, el sexo, o simplemente una forma de hacer las cosas. Todo puede llegar a ser artístico.
Por estos motivos, la búsqueda de una exclusiva definición para el arte me resulta absurda. Este intento de universalizarla me parece inherente a los intereses de cualquier otro proceso globalizador; es decir, a los económicos.
La triste realidad del mundo de hoy es que el poder recae directamente sobre aquel que tiene dinero. A mayor capital, mayor la autoridad adquirida para decidir y actuar por los demás. Es por esto que detrás de cualquier institución, país o gobierno, se encuentran los verdaderos dueños del sistema: las multinacionales.
El panorama artístico actual no escapa a esta dinámica:
En cualquiera de los siete subgrupos del mundo del arte existen, por un lado los artistas, que crean la oferta, por el otro el público, que supone la demanda, y en tercer lugar el intermediario, quien supuestamente facilita una correcta relación entre los dos anteriores.
En la teoría todo parece salvable, pero lo cierto es que a la hora de la verdad, el mayor beneficiado en este juego de a tres es siempre el intermediario. Si además de esto sumamos a la problemática que el nivel económico se traduce en arma de poder, veremos claramente como los medios de comunicación, las multinacionales y demás intermediarios tienen todas las de ganar frente a individuos desfavorecidos como son, en este caso, los artistas.
Si la obra entra dentro de los esquemas del sistema, puede que el autor llegue a vivir de ello. De hecho, todos conocemos en mayor o menor medida a esos deseados e idealizados creadores que gozan de fama y gloria.
Lo cierto es que estas personas son otro elemento vital a la hora de mantener al monstruo vivo; esto es, pasando a formar parte del elenco de modelos a seguir que, evidentemente, seguirán miles de personas, contribuyendo así a que todo gire siempre en torno a los intereses iniciales.
Los medios de comunicación, por su parte, bombardean metódicamente a la población con una serie de valores, formas e ideales completamente acordes al modelo económico vigente. De esta forma el esquema capitalista permanece intacto y en constante crecimiento. Millones de individuos trabajando arduamente para consumir aquellos productos (arte, moda, ocio, etc...) que antes de ser adquiridos ya forman parte del subconsciente.
Globalizar, igualar a las masas en gustos y aficiones, hacer desaparecer la esencia y la particularidad de cada pueblo e individuo, no son más que algunas de las formas de abarcar el mayor número de consumidores posible. De esta manera la demanda apenas es flexible, con lo que todo es dirigido hacia aquellos productos prefabricados y de dudosa calidad que se sabe tendrán cabida entre un publico cada vez menos exigente.
Aquel que desea vivir de su obra de una manera coherente y honesta, que realmente crea en base a una visión particular, es decir, evitando verse condicionado negativamente por aspectos económicos o sociales, tiene un camino realmente tortuoso por delante. Lo más probable, y lo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo es que ningún intermediario se interese en distribuir su trabajo.
Para el creador humilde, todo esto trae consigo una necesaria subida del precio de la obra, sin la cual vivir resultaría imposible. La inaccesibilidad del arte para el ciudadano medio, para el cual una entrada a la opera o un cuadro no son mas que sueños. En resumidas cuentas, la alta exclusividad del galardón de artista para personajes privilegiados y con buenos contactos que generalmente forman parte de los estratos elevados de la sociedad.
Una vez atrapados y lamentablemente, cada vez más, desde el inicio, los artistas cesan en su afán por crear con pasión para hacerlo con un fin meramente económico. El producto en la mesa se resume en una innumerable cantidad de artistas clonados que luchan fervientemente por aparecer en los medios de comunicación.
En definitiva, una despersonalización generalizada del arte que ha acabado desembocando en la sustitución de la calidad por la cantidad, de la dedicación por la prisa, del individuo por la empresa, del sentimiento por el número.
Ni que decir tiene que aun quedan grandes genios en el mundo y miles de artistas increíbles; no quiero sonar derrotista, de hecho estoy convencido de que siempre los habrá, en mayor o menor medida. Sin embargo, creo firmemente que el negocio del arte, sino ya descompuesto, se está pudriendo.
Es por esto que en contrapartida a esta oscura situación, existe la esperanza y la necesidad de la unión entre iguales para crear un arte de carácter libre, sin dueños ni coartadores, capaz de llegar a todo el mundo. Necesitamos crear lazos que dejen en desuso a las multinacionales y a los intermediarios aprovechados. Un tráfico de emociones en el que el trabajo de cada integrante se vea remunerado de una manera justa y ética.
Internet, que gracias a su gigantismo permite escapar con más facilidad de la “maquina”, viene siendo una forma de alimentar esta esperanza. Una forma de que todos, independientemente de nuestro nivel social o procedencia podamos acceder a una cultura libre de corrupción e intereses.
Software libre, enciclopedias gratuitas creadas entre todos, alternativas a los derechos de autor totalitarios como es el Copyleft, comunidades de artistas, foros y páginas contra informativas de distintas índoles y demás proyectos similares son algunos ejemplos. Además, la red ha supuesto un medio con el que muchos artistas han podido llegar a darse a conocer para vivir de sus creaciones, en un diálogo directo con el público, sin intermediarios.
Fuera de Internet, el arte callejero inteligente, las plantillas y los graffiti son algunos ejemplos de lucha contra lo establecido. Un tipo de artistas que por lo general están infravalorados
Sueño con que algún día haya arte llegando realmente al pueblo. Ver colorido en los muros y en las casas. Poemas y escritos en las paredes. Música y teatro en las calles.
Que la enseñanza fuera una forma de arte y no un adiestramiento de fieras. Que la guerra no fuera más que la inspiración de algún artista oscuro. Que sobre todas las cosas, y como mayor escuela, reinara la mezcolanza de prismas y personas.
Me gustaría que se diera por obvia la importancia del arte como una energía capaz de elevarnos a las cotas mas elevadas. Una forma de expresarnos como seres básicamente emocionales. Una manera de compartir nuestros valores y nuestras miserias, de hacer crecer a la conciencia, al espíritu.
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